Una gran parte de la mitología del pan se centra en torno a los procesos de formado y corte. Como los panaderos - tanto caseros como profesionales - tenemos que reconocer que la mayor parte de nuestra actividad consiste en dejar estar a las masas, mientras ellas solas van haciendo el trabajo, cuando llega el momento de ponerse a hacer algo (que lleva menos de un minuto por hogaza, y tan sólo algunos segundos en la panadería profesional), nos ponemos místicos y pesaditos y le damos muchas vueltas al papel relativamente pobre que desempeñamos. Dicho de otra manera, nos damos bastante importancia cuando llega el momento de formar y en el corte de la pieza. Los franceses, expertos en estas lides, tienen un término de esos que son inexplicables y que te tienes que creer: Coup de Main. Golpe de Mano. Ese momento místico en el que la mano del panadero, con 85 años - ¡siglos! - de experiencia a sus espaldas, insufla un arte insuperable a la amorfa masa y la transforma en un pan glorioso, demiurgo panarra que ordena el caos y forma y greña al tacto, dedos, palmas y muñecas trabajando en armonía celestial.
Claro, luego nos toca a nosotros ponernos a hacer una hogaza en casa y ni demiurgo ni leches. Tienes delante una plasta de masa que se pega a todo menos a sí misma y que se desparrama por la encimera, y eso de la armonía celestial ¿dónde se aprende? Por culpa de este márketing místico, son muchos los panaderos caseros que creen que los problemas y tribulaciones de sus hogazas se deben a su torpeza intrínseca y que es culpa suya y de su formado el que esa masa se desparrame "porque no han creado tensión". Para todos los que os habéis sentido torpes formando y creéis que ahí está la clave, espero que esta anécdota os sirva para poner las cosas un poco en su sitio y quitaros algo de la frustración.
Me encontraba en casa haciendo pan corriente y moliente, el pan de diario; pan para comérmelo. En concreto, esta hogaza de la foto que tenía un 76% de hidratación más o menos y está hecha con masa madre natural, una mezcla de harinas que tenía por casa (10% centeno semi-integral, 10% de trigo duro y 80% de harina panadera), agua, sal y nada más. El proceso, el más sencillo posible: masa madre con burbujas, mezclar, reposar, añadir la sal, amasar un poco... en fin, qué os cuento si ya os lo sabéis (si no te lo sabes, prueba a ir pinchando en las recetas de esta página y otras parecidas y pronto estarás bien metido en el tema). La plasta fermenta unas tres horas (hace calor este octubre!) y llega el momento de formar. Mis manos trabajan rápido y con precisión, creo una bola perfectamente simétrica, la coloco con un molinete en mi banneton de lino enharinado y la cubro delicadamente con un paño de lino. Qué clase, qué estilo, qué Coup de Main. Hasta que el paño se me engancha en un cajón de la cocina, tira del banneton de lino enharinado, lo vuelca y la bola de masa se cae al suelo desde metro y pico de altura con un suave "thump". Como un cojincillo blanco y polvoriento, desde el suelo me mira, alrededor de ella una nube de harina. Yo la miro. Y no me voy a dejar achantar. Agarro la masa como puedo, la vuelvo a meter en el banneton de lino enharinado (ya no tiene tanta harina porque más de la mitad está en el suelo), y me oculto de las autoridades sanitarias que puedan estar acechando (niños, ¡recordad no hacer esto en casa!). Un panarra no abandona nunca a su pan, ni siquiera cuando se le ha caído al suelo. No Bread Left Behind.
Triste por mi torpeza, reflexiono: "¿qué birria de pan saldrá? Seguro que los padres fundadores de la panadería mística, cuando hablan del Golpe de Mano, no tenían en mente tirar el pan al suelo recién formado, recogerlo y volverlo a remeter. Si todo el márketing es cierto, este será un pan triste, fallido, penoso. Un pan de loser. Vale, es un pan de loser, pero es mi pan y le quiero. Vamos a hornearlo y a ver qué pasa...
Lo que pasa: que salió un pan absolutamente extraordinario. Todo el destrozo que pudiera haber causado el puenting sin goma de mi pan lo arregló la fermentación. A las fotos me remito: ¿quieres un pan alto y orgulloso? ¿quieres una alveolatura irregular y una miga suave y deliciosa? Deja que tu masa trabaje contenta y a gusto y procura que fermente bien: son las levaduras y bacterias las que hacen un pan, no nosotros. Forma con cuidado y cariño, pero no te obsesiones: no eres torpe ni es culpa de tus manos. Céntrate en fermentar, o lo que es lo mismo, descansa, lee, ponte una peli, ve al cine o haz el amor. Tus levaduras y tus bacterias cuidan de tu pan.
NOTA: las autoridades sanitarias recomiendan no tirar tu pan al suelo.